martes, 14 de abril de 2015

LA EXPERIENCIA DE UNA VIDA SALVAJE EN RÍO COCO - IV.- LA PARTIDA Y REALIDAD

Lee la historia completa de nuestra experiencia de vida salvaje en Río Coco.

La partida hacia una experiencia de vida salvaje

Por fin llegó el día. La partida prevista a las 6:00 AM con todo preparado para estar un mes trabajando en la restauración de Rancho Coco. Aislados y viviendo con la naturaleza mas salvaje.

Charlie nos llevó en su camioneta a Punta Banco. Allí compramos algunos víveres de última hora y cargamos el carro. Sus 100 kg de peso parecían livianos al comienzo, luego todo se tornaría negro.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Marieta en la pulpería (tienda de barrio) de Punta Banco.

Los 300 m inciales empujando hasta la bajada a la playa, fueron fáciles en el camino sin asfaltar mas o menos arreglado. En esa bajada el peso hizo que las ruedas del carro se abriesen y condicionasen los 7 km restantes. 

Marieta iba unos 50 m por delante buscando zonas de arena mas compacta para que las ruedas no se hundiesen y gastar menos energía. Atenta cada segundo para que las ruedas no se abriesen mas, y cuando pasaba, había que parar, descargar todo, cuadrarlas a fuerza de brazos, volver a cargar y continuar. Así durante 7 km de pura extenuación. Una parada, descarga y carga de 100 kg cada 200 m. 

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Empezando el camino por la playa. Marieta controlando la dureza de la arena y que las ruedas no se abriesen.

A mitad de camino, las fuerzas ya eran escasas. Un trayecto que normalmente se hace en 45 minutos nos llevó unas 3 horas. Marieta quería ayudar, pero la necesitaría mas adelante, cuando mi cuerpo estuviese derrotado, y así fue en los últimos 3 km que me ayudaba de forma intercalada. 

La Estrechura es el punto de paso sólo con la marea baja. Esos malditos 500 m de pura roca que hacen de este paso un infierno. Ese punto donde sabíamos que debíamos pasar toda la carga a la espalda, incluído el carro. Y que realmente nos hundió en la mas absoluta desesperación y dibujó en nuestras caras la imagen del cansancio extremo, como pocas veces hemos tenido.

El sol nos hacía arder la cabeza, las fuerzas eran mínimas, y aun faltaban 3 km.

En silencio, chorreando en sudor, con una temperatura altísima en nuestros cuerpos, gimiendo, pero con la determinación que se necesita en estos casos para hacer lo que realmente se quiere. Por fin llegamos a Río Coco.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Una de las paradas y descarga en el camino.

Y ahora, no podíamos descansar. Faltaba la maldita subida por la selva. Todo a la espalda. Varias veces cargados en una pendiente extrema, angosta y complicada para llegar a Rancho Coco, siendo casi una sombra de seres humanos, desfallecidos.

4:00 PM, sin aliento, sin nada preparado para la noche. La vida salvaje nos daba la bienvenida. Por muy cansado que estés, si quieres algo, sólo tu puedes hacerlo. Y sacar fuerzas de donde piensas que no hay mas.

La realidad de una experiencia de vida salvaje

La noche caía, nos aislamos de los peligros de la selva, y por fin, descansamos, felices por nuestra hazaña, orgullosos de haberlo conseguido, exhaustos. Un regalo en forma de nana natural nos pareció que era la bienvenida de Río Coco. Una nana compuesta por el océano mas salvaje que nunca he visto, haciendo resonar el eco de las olas rompiendo contra la base de la montaña en la selva. Una sinfonía que nos acompañaría cada noche y con la que al final confesábamos en íntimos pensamientos nocturnos.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Luna llena en Rancho Coco

Amanece la primera mañana de nuestra aventura. El sol aún no asoma y el aire fresco de la selva mezclado con la brisa marina nos inunda. Doloridos comenzamos poco a poco a despertar.

Nos comienza a asaltar una sensación extraña, de impotencia, de desorientación, por no saber por dónde o cómo comenzar.

En la lejanía y con tiempo para pensarlo, esta era nuestra situación:

  • No teníamos agua potable.
  • Para desayunar y tomar al menos un café, teníamos que encender fuego apenas amaneciendo. Una hora para tener ese bendito líquido oscuro y aromático.
  • Teníamos comida para escasos 5 o 6 días.
  • Después del desayuno y un primer reconocimiento, vimos claramente el inmenso trabajo que teníamos por delante.
  • Todas nuestras herramientas consistían en un machete, alicates, un poco de cuerda, dos cepillos sin palo, algo de alambre, un litro de lejía (cloro), 1 kg de detergente y un par de metros de cámara de bicicleta vieja.
  • Dos edificios de casi 400 m cuadrados en total. Abandonados totalmente, comidos por todo tipo de insectos, moho y termitas. Limpiar esos 400 m cuadrados con las herramientas detalladas, además de paredes y techos, era el trabajo que nos esperaba.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.

Organizando nuestra nueva situación

Debíamos organizarnos, por lo que nos sentamos y nos repartimos tareas. Lo primero era disponer de agua potable, así que debíamos localizar el depósito en la selva, vaciarlo y desinfectarlo con cloro.

Después teníamos que abastacernos de madera para poder cocinar y a la vez era necesario adecuar un poco, lo antes posible, lo que sería nuestro "hogar" durante ese mes.

Con ánimo nos pusimos manos a la obra. Todo iba saliendo poco a poco. Pero la sensación de estar perdidos siempre nos embargaba. No era nuestro medio. Nos sentíamos desprotegidos. Parecía que no éramos parte de ese lugar. Naturaleza es lo que somos. Y nos sentíamos extraños experimentando lo que realmente somos.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Nuestro refugio después de una semana de trabajo para hacerlo un hogar.

Sin duda, todo esto nos dio mucho que pensar en cómo el ser humano se ha alejado del mundo donde vive, de su naturaleza.

Somos animales, racionales, pero animales. Nos hemos "independizado" de nuestro yo. Pero la pregunta que nos hacíamos y aun surge es ¿Vivir en un universo que es naturaleza, dentro de una galaxia que es naturaleza, en un planeta que es naturaleza, perdiendo el sentido y el respeto de lo que somos? ¿Cómo podemos vivir  renegando inconscientemente de lo que somos?

Renegar de uno mismo, es la mentira mas cruel que exista.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Uno de los atardeceres desde nuestro refugio

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